Qué ilusión  cuando cosechas en el huerto frutos de lo que has sembrado.

Que ilusión cuando el fruto es sabroso.

Que ilusión guardar semillas y probar el año siguiente a conseguir los mismos frutos.

La gente de antes, como mis abueletes, acostumbraba a guardar semillas de sus frutos para la siembra del año siguiente. Si el año iba mal y no podían guardar semillas, al año siguiente puede que tuvieran todavía semillas de años anteriores, y como mucho tendrían que comprar semillas. Pero eso pasaba pocas veces.

Ahora en esta sociedad rápida y desenfrenada, mucha gente prefiere pagar y evitarse el » engorro » de conseguir y guardar semillas de sus propios frutos. Considero que esto es una gran equivocación, y no sólo por el tema económico, comprar semillas implica mucho más.

De esta manera, aparte del ahorro económico, conseguían semillas más aclimatadas a su tierra / zona / clima. Haciendo esto año tras año, han conseguido lo que yo les digo la » super semilla», y ese es mi reto.

Quiero seguir su ejemplo. Hace tiempo que decidí hacerlo y empecé a guardar de mis semillas.

Las semillas que guardo son semillas de plantas que he sembrado yo de mis semilla propias,  conseguidas de alguno de mis abueletes, intercambios con huerteros que sepa que me puedo guardar la futura semilla,  o semillas compradas.

No guardo semillas de plantas de las que no se se la procedencia de la semilla original. Véase por ejemplo las plantas que pueda comprar en el vivero, que normalmente no te dicen nada de la semilla que han usado. Como mucho puedes saberlo si son planteros híbridos o injertados, entonces sabes que la semilla no es apta para la conservación o germinación futura.

Elijo los mejores frutos para guardar semilla. Los más sanos. Los más lustrosos. Que no tengan enfermedad ni afección por plagas.

Aquí os dejo un artículo muy interesante.

Construye tu propio banco de semillas.