Un día salimos a dar un paseo, bolsa en mano, y fuimos recogiendo moras de las zarzas que había en el borde del camino.
La verdad es que las zarzas estaban llenas de moras, bien gordas. Fue fácil cogerlas si no contamos con el pequeño inconveniente de lo que pinchan las zarzas, que por mucho cuidado que tengas se agarran a la ropa, y los pequeños arañazos en las manos no te los quita nadie.
Cogeríamos un par de kilos, empezaba a anochecer y como este año íbamos a hacer la prueba de la mermelada, porque nunca habíamos echo, decidimos que ya valía y nos volvimos a casa.
Cuando llegamos a casa vaciamos la bolsa con cuidado en el fregadero de la cocina para lavarlas. Las moras estaban ya maduras,y del propio pequeño peso se chafaban, así que despacito vaciamos la bolsa y las lavamos con cuidado.
Cogimos una olla donde prepararíamos la mermelada, y fuimos poniendo ahí las moras conforme las íbamos limpiando. Les quitamos el rabillo y por si se nos había pasado alguna ojilla u otras cosas.
Pusimos la olla al fuego a fuego medio y empezamos a remover con una varilla de batir huevos.
Conforme se iban calentando,a la par que removíamos y las moras se iban triturando,fuimos añadiendo el azúcar, 500 gr más o menos, sin dejar de remover. Sin retirar la olla del fuego,usamos la batidora para terminar de triturar la mezcla.
Seguimos cociendo la mezcla ya triturada definitivamente unos 10-15 min más, sin dejar de remover. Retiramos del fuego, dejando que se enfríe el tiempo que tardamos en preparar los botes donde guardarla.
Llenamos los botes y los cerramos. Nos salieron dos botes no muy grandes, así que como los íbamos a gastar pronto no los pusimos al baño maría. Dejamos que se enfriaran y los guardamos en la nevera.