Ahora la tierra está super mojada, barro, con mucho tanto tempero que intentar picar con la ajada es imposible, porque se queda clavada en la tierra y pesa mucho para levantarla y sacarla.
La imagen que queda ahora es cuando menos desoladora. Después de la emoción del momento de: «se ha inundado el huerto, oooooh», ahora que ya se fue el agua y se puede ver el destrozo, la cabeza empieza a pensar en todo lo que hay que arreglar, y todo el trabajo que hay que meter para volver a tener todo más o menos como estaba.
Las verduras de invierno plantadas, a primera vista las borrajas asoladas, los planteros que chafaron las traviesas estarán muertos, y ahora todo está lleno de tarquín y lodo, que resbala muchísimo y hay que tener mucho cuidado al pisar.
Las acelgas y lechugas están marrones, irónicamente volverá a llover este fin de semana y las lavará, porque si no las hojas no transpirarán y se morirána pesar de haberse salvado de la riada.
La tierra se está agrietando tras haber chupado el agua, así que sería bueno labrar, pero ahora es impensable meter la mula porque se hundiría y sería imposible de sacarla, y no sé cuando podremos, porque con los fríos y las lluvias y rosadas venideras para días se seca un poco la tierra